El otro día participé en un interesante debate en el que varias mamás comentabamos el hecho de que al tener hijos de Alta Demanda y haber profundizado en nuestra historia, habíamos descubierto que nosotras también habíamos sido niñas de Alta Demanda y por lo tanto seguimos siendo adultas de Alta Demanda.
Y es que siempre que hay un niño de Alta Demanda, de alta sensibilidad o de altas capacidades, hay que mirar hacia los padres de ese niño porque es muy probable que uno de los dos, o los dos, o como mucho algún familiar cercano (un tío por ejempo) tenga unas características muy similares al niño.
Una de la cosa que comentamos y que nos causó sorpresa por las similitudes en nosotras mismas fue el tema de la hipersensibilidad y es que si una cosa he descubierto desde que decidí profundizar en la Alta Demanda de mis hijos es que yo soy una Persona Altamente Sensible, y ese descubrimiento fue una verdadera revolución porque entendía muchísimas cosas de mi propia infancia. Muchas de esas cosas están superadas, otras aceptadas aunque sigan ahí, pero el conocimiento de esa hipersensibilidad es un gran paso para nuestra propia aceptación y la de nuestros hijos.
Cuando hablamos de hipersensibilidad nos referimos a dos aspectos de la sensibilidad que suelen darse en muchos niños de Alta Demanda ( y en sus padres)
- Hipersensibilidad sensorial: sentidos más desarrollados que hacen que percibamos muchos más estímulos y que algunos de ellos los percibamos como excesivos o desagradables: luces intensas, ruidos excesivos, texturas imposibles de tocar, olores y sabores insoportables…..todo eso puede provocar tal malestar que en ciertas ocasiones puedas notar incluso un cierto mareo (a mí me ha pasado en épocas de mucho estrés, sentirme aturdida y medio mareada en un centro comercial debido a los sonidos, a las luces, a la gente, incluso al espacio, afortunadamente solo me ha pasado en ocasiones muy extremas)
- Hipersensibilidad emcional: que hace que percibamos tonos de voz, emociones y aspectos de la comunicación que para otras personas pasan desapercibidos y a nosotros nos ocasionan un gran malestar sin que a veces tengamos claro porqué. O esa emoción ante cualquier noticia incluso aunque no te afecte de manera directa.
Y toda esta extrema sensibilidad nuestra y de nuestros hijos nos lleva sin remedio a un agotamiento físico y mental sino ponemos solución. Por eso es tan importante buscar pequeños momentos para nosotras para desconectar del exceso de estímulos y para recargar pilas.
A medida que los niños crecen es más fácil buscar esos momentos que cada una debe elegir según sus gustos: un poco de meditación, un paseo por la naturaleza, un baño, leer un libro, pintar un cuadro….cada una sabe lo que necesita, pero es imprescindible para volver a nuestro centro y recuperar el equilibrio.
Cuando los niños son pequeños puede ser más difícil encontrar esos momentos pero hay que intentarlo: el paseo puede ser con el bebé en el fular que os relajará a los dos, el libro mientras das el pecho al niño, la meditación aprovechando el momento de dormir al peque…..no tiene porqué ser un gran momento, pero deberíamos tomarnóslo con la misma importancia que comer o ducharnos.
¿Te animas a empezar hoy?
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