En su libro «Dormir sin lágrimas» Rosa Jové nos habla de varias alteraciones del sueño, una de ellas los terrores nocturnos.
Estos se producen en la primera mitad de la noche, ya que se tratan de una alteración en la fase de sueño profundo y ésta se da principalmente en las primeras horas.
Este trastorno puede empezar a partir de los 6-7 meses y es más frecuente ente los 2 y los 5 años de edad. 
Casi todas las alteraciones infantiles relacionadas con esas fases profundas de sueño suelen desaparecer con la edad, así que poco podemos hacer salvo acompañar a nuestros hijos.
La explicación es que esa fase de sueño profunda es aún más profunda en los niños y les resulta imposible aligerar esa fase cuando llega un episodio de sueño más ligero. Entonces se producen una serie de trastornos en los que se da una agitación motriz.
Si el niño llega a la cama muy cansado y nervioso es más probable que aumente la fase de sueño profundo, y aparezcan los terrores  nocturnos.
El estado de alerta y el estrés provoca un aumento de despertares en fase profunda, que podría dar lugar a un mayor número de terrores nocturnos.
Teniendo en cuenta cómo son los niños de alta demanda, es más que probable que con ellos suframos despertares nocturnos .
Los niños de alta demanda se sobreexcitan fácilmente, tanto que son incapaces de relajarse para dormir. Quieren verlo todo, tocarlo todo, sin descanso, hasta el agotamiento, no quieren perderse nada y por eso no quieren dormir.
Cuando por fin caen rendidos, su sueño sigue siendo intranquilo: siguen en estado de alerta y además están agotados y nerviosos: un magnífico cóctel para la aparición de terrores nocturnos.
Con mi hija los he sufrido desde hace años, aunque ya van remitiendo. Oir esos gritos y ver esos saltos te produce una sensación angustiosa, sobre todo si estás dormido y te despiertas con ese sobresalto. En ese momento ella está dormida, y no se deja coger. Al día siguiente nunca recuerda nada.
De pequeña intentaba hablarla para que se calmase pero no servía de nada. Ahora duerme a mi lado y con estirar una mano y tocarla se tranquiliza, pero estamos hablando de una niña de casi 6 años, por lo que espero que en breve desaparezcan del todo.
El peque hasta el momento no ha tenido muchos pero si que hemos tenido algún que otro episodio.
El momento álgido ocurrió hace un par de semanas que los dos estuvieron malitos con fiebre, mocos y tos, y eso hizo que los dos tuviesen terrores nocturnos: primero uno y luego otro. Fue una noche muyyyy larga.
Ante un terror nocturno no puedes hacer gran cosa, los consejos que nos da Rosa Jové son:
– Prevención: intentar que no se acuesten muy cansados ni muy nerviosos.
– Permanecer junto a él: para evitar que pueda hacerse daño.
– No intentar despertarle: puede asustarse ya que él no recuerda nada.
 
Si quieres leer más sobre cualquier tema relacionado con el sueño de tus hijos: «Dormir sin lágrimas» de Rosa Jové.