Andaba yo el otro día ordenando unos libros de mi hija, cuando encontré el de Adivina cuánto te quiero.
Es un libro que cuenta la historia de dos liebres, una pequeña y una grande y de lo que se quieren la una a la otra.
Se lo regalamos a mi hija en su segundo cumpleaños y es un libro que siempre nos ha gustado mucho.
Mientras yo ordenaba, mi hija estaba jugando con su hermano y oí que le decía: Siempre te querré.
Al oírla me emocioné. Pensé que a pesar de que la llegada del peque ha trastocado toda su vida, de que ha tenido que renunciar a muchas cosas, aún así tiene muchas más cosas positivas que negativas.
El peque ya tiene 6 meses, y todavía no hemos conseguido encontrar un nuevo equilibrio en la familia. Aún seguimos buscando todos nuestro nuevo sitio. Hay días que son muy difíciles porque el bebé reclama mucha atención y ella se siente desplazada. Se da cuenta de que ha perdido su espacio, su exclusividad con mamá, que ahora me tiene que compartir y eso es muy duro.
Yo intento encontrar momentos para estar a solas con ella y que se sienta única, especial, pero no siempre es posible.
Y a pesar de eso tenemos muchos momentos buenos:
– Cuando se despiertan por la mañana y se buscan para abrazarse y sonreírse el uno al otro.
– Cuando el bebé llora y en ese momento no puedo atenderle y ella le canta  una canción para que se tranquilice mientras llego.
– Cuando le lee un cuento y él la mira con adoración.
– Cuando me dice: Gracias mamá por haberme dado un hermano tan gracioso.
– O cuando me dice: Me encanta mi hermano.
Es en esos momentos cuando ves que por muy duro que sea a veces el día a día, siempre hay detalles que te hacen sonreír y sentir bien.