Cuando hablamos de altas capacidades pensamos en niños, incluso en adultos, pero nadie piensa en bebés. Es como si de la noche a la mañana, plof, apareciesen los niños de altas capacidades.
Sí que es verdad que hay niños muy precoces que desde pequeñitos muestran claramente una mayor dotación intelectual y aprenden a leer muy pronto o desarrollan alguna destreza que hacen ver claramente la posibilidad de unas altas capacidades.
Analizando mi caso personal y otros casos cercanos veo que existe una clara relación entre la alta demanda y las altas capacidades. No podría decir con rotundidad que todos los niños de alta demanda posean altas capacidades, pero el porcentaje es bastante elevado.
Viendo esta correlación, pienso que puede ser un buen indicador para detectar las altas capacidades en las primeras etapas de la infancia, ya que muchos niños pasan muchos años sin ser detectados (algunos de hecho no son detectados nunca) y eso es terrible, ya que suele suponer un peregrinaje por distintos colegios en los que no se adaptan, por profesionales que hacen diagnósticos erróneos, y sintiéndose siempre incomprendidos e inadaptados. Sufriendo ansiedad, acoso y frutración.
Sería mucho más fácil si desde un principio fuesemos conscientes de que las altas demandas de nuestros hijos bien pueden traducirse en altas capacidades. Eso nos hará abrir nuestros ojos y nuestra mente y nos permitirá atender a nuestros hijos como ellos necesitan.
En ese momento dejaremos de ver las demandas de nuestros hijos como una pesada carga que nos agota, para verlo como unas necesidades vitales que necesitan ser satisfechas para desarrolarse de una manera íntegra y equilibrada.