Hemos pasado una  temporada muy mala porque mi hijo se negaba a hacer caca. Le veías durante días que cuando tenía ganas se ponía a llorar y hacía fuerza para que no saliesen. En ese momento venía corriendo para que yo le cogiera y cuando se le pasaban las ganas se iba a jugar otra vez. Hasta que volvía a tener ganas.

Había días que se estaba así todo el día y estábamos preocupados y un poco deseperados.

Con mi hija también lo vivimos y lo pasamos todos fatal, pero ella era más mayor.

Con el pequeño no sabíamos qué hacer, aún no tenía 2 años cuando empezó todo esto, no estábamos quitando el pañal, el único cambio era que había pasado de hacer cacas más pastosas a hacerlas más consistentes y eso yo suponía que le parecía raro, incluso que le podía doler.

Un día ya bastante desesperada lo comenté en el grupo de lactancia donde hablamos de todos los temas relacionados con nuestros peques y me dieron algunos consejos.

El primero de ellos fue pasarme un blog en el que ya se había hablado de este tema, que resultó ser el blog de una seguidora de Crianza de Alta Demanda, a la que tuve el gusto de conocer este verano en persona. El blog era: Minerva y su mundo y la entrada era esta.

En ella encontré montones de ideas.

Otra mamá de mi grupo de lactancia me sugirió otra idea que era hacer un dibujo de una caca y pnerle en algún sitio de la casa en la que lo viésemos a menudo, y nos funcionó muy bien.
Te cuento ahora todo lo que hicimos:
  • Le pregunté si quería hacer un dibujo, y dijo que si: cogió un papel y un rotulador y empezó a hacer garabatos mientras yo le preguntaba ¿esa es tu caca? y él decía: «si grande, y ahora una pequeña» Llenó el papel y lo pusimos en la puerta de un armario donde solemos colgar sus obras de arte. Cada vez que veía alguien a casa se lo enseñaba.
  • Cogimos plastilina marrón y empezamos a hacer caca de diferentes formas y tamaños y a poner a distintos muñequitos encima. Le encantó, de echo pasó unos cuantos días pidiéndome jugar a las «cacas»
  • Compramos el libro del topo que habremos leído unas mil veces. Le encanta.

Con todas estas acciones hemos conseguido normalizar el problema. Ya no ve la caca como algo raro, que no sabe lo que es ni entiende, ahora sabe que es algo normal, que todo el mundo hace y que no nos sirve para nada,así que puede desprenderse de ella sin problema.

Hubo un día que me dijo que le daba miedo y por eso se aguantaba. El entender lo que estaba pasando le ha hecho perder el miedo.

Ahora ya no suele aguantarse, y cuando hace caca me dice mamá vamos a quitar las cacas y luego me pregunta ¿son de caballo? ¿son de vaca? y nos reímos un rato.

Pasamos unos días muy malos pero por suerte ya lo hemos superado.