Hoy quiero presentarte a una amiga con un proyecto estupendo Crianza en Familia en el que te ofrece recursos para que construyas la familia que deseas. En este caso nos habla del tiempo que dedicamos a los niños y de respeto a las necesidades de cada uno. Dejo que ella misma te lo cuente.
Las madres y padres que trabajamos en casa ocupándonos de su buen funcionamiento y de la crianza de los niños hemos hecho una opción -en muchos casos consciente y reflexionada- por dedicar gran parte de nuestra energía y preocupaciones a acompañar a los niños desde su nacimiento con la presencia constante de un adulto, que se convierte en su figura de apego principal ya que, dada la estructura social actual y el modo de vida, es casi el único modo de garantizar ésta. Sobre todo en familias monoparentales y en aquellas en que un miembro de la pareja pasa muchas horas fuera. Así, nuestras energías están puestas casi siempre en atender las necesidades de nuestros hijos.
 Se trata de una tarea agotadora, porque requiere energía física y en especial, psíquica, para estar conectados con los menores, responderles, averiguar qué necesidades tienen cuando no saben expresarlo, mantener el buen humor… En definitiva, una serie de realidades necesarias para una buena educación emocional de nuestros niños, aunque excesivamente ambiciosas desde cualquier punto de vista. Ningún adulto puede estar disponible 24 horas día tras día: para tener fuerza es necesario beber de alguna fuente que nos ayude a recuperarla, personas con las que compartir las dudas, las frustraciones, la responsabilidad.
 Reconocer que los adultos tenemos necesidadesy requerimos espacios propios es saludable para nosotros y para la relación que queremos tener con nuestros hijos: un modo de evitar que se instale el rencor y el mal humor en las relaciones familiares. Sólo hace falta tener la valentía para cambiar y salir de lo conocido, aventurarnos en un territorio emocional nuevo, y así encontrar el equilibrio que nos convierta en padres que cuando estamos con nuestros hijos estamos al 100%, en vez de entregarles limosnas de tiempo durante el día porque estamos deseando escapar un rato de la rutina diaria.
Pensamos a veces que con estar siempre en casa es suficiente, pero demasiado a menudo, estamos presentes sólo físicamente: porque tenemos que hacer las tareas de casa, leer un poco para despejarnos, sentarnos ante el PC… y cuando prestamos atención a nuestros niños mientras les ayudamos con el desayuno, a elegir la ropa o nos sentamos a jugar estamos pensando en obligaciones pendientes, o bien nos levantamos del juego cada 5 minutos para hacer algo.
Los niños necesitan nuestra mirada, nuestro tiempo, es lo mejor que podemos darles, así que lo ideal es que cuando estemos con ellos, estemos con los 5 sentidos, sea lo que sea lo que hagamos: jugar, leer, ver una película, cenar… Es también el momento en que podremos comunicarnos de forma genuina, para conocerlos, verlos crecer, disfrutar con sus descubrimientos y ocurrencias, entender lo que necesitan, cómo se sienten.
Del respeto a las necesidades de cada uno nace la armonía que tanto buscamos en nuestra familia. Todo un arte, un reto y un logro que nos plenifica.