Cuando tienes un hijo no solo te conviertes en mamá, si no que pasas a ser muchas otras cosas: cocinera, enfermera, cuentacuentos….

Esta semana a mi me ha tocado ser enfermera y no es lo que más me gusta de ser mamá multitarea.
Empezó la nena con una tos que me hizo pensar: Ha llegado el invierno, la que nos espera!  
Esa noche durmió un poco peor que de costumbre y al día siguiente se despertó con muchísima tos y muchos mocos con lo que eso conlleva en mi intensa hija. 
Pasó el día más o menos pero llegó la noche y apareció la niña del exorcista. Estoy casi segura que para hacer esa película se inspiraron en una niña parecida a la mía con mocos. Qué noche, qué saltos en la cama, qué manera moverse, ufff, lo que te digo: igual que la película.
Me desperté cansada porque a parte de los despertares de la nena por los mocos, también tuve los despertares diarios del nene para tomar teti y asegurarse que mami sigue ahí.
Pasamos la mañana como pudimos y yo estaba ansiosa esperando a que el papi volviese de trabajar para relevarme un poco. Cuando abrió la puerta yo tenía los dedos cruzados esperando que no volviera demasiado cansado, cosa difícil porque su trabajo es bastante duro. Abrió la puerta y oh! sorpresa venía tosiendo y con mala cara. Otro malito. No solo no me iba a poder ayudar si no que también se apuntaba a la enfermería. No pasa nada. Papi a echarse una siesta. Nena a ver la tele tirada en el sofá. Y yo con el nene, haciendo alguna pausa para quitar mocos.
Llega la noche y yo ya voy con miedo a la cama: ¿volverá la niña del exorcista hoy también? Pues claro, los mocos ahí siguen y si mi nena de día los lleva fatal, de noche medio dormida ni te cuento. 

Entre despertares de uno y del otro voy oyendo un ruidito sospechoso. No puede ser, parece que el nene tiene mocos. Espero que sea una falsa alarma. Como estoy medio dormida no lo tengo muy claro la verdad.
Y llega el día siguiente.
Nena sigue con mocos, y cada vez tose mejor, claro tanto ensayar…y le sube la fiebre, bastante. Menos mal que hemos dado con una medicina que le gusta y no hay que perseguirla para que se la tome.

Nene, con unos mocos que no le caben al pobre en su naricilla, una tos que cada vez que le da se le revuelve todo el cuerpo, los dientes que le están saliendo y …le sube la fiebre. Los mocos son imposibles de quitar porque cada vez que me ve acercarme con un pañuelo se mueve a tal velocidad que no me da tiempo a nada, así que de darle suero mejor ni hablamos. Total, toda la cara pringosa de mocos, babas, lágrimas y de vez en cuando jarabe que intentamos darle de manera poco fructífera. Esto me empieza a dar miedo porque veo demasiadas semejanzas con su hermana y su relación con mocos, medicinas y médicos.

Llega el papi y está cansado de trabajar y con tos y dolor de cabeza.
¡Menuda tarde me espera!
Y así llevamos unos días, con altibajos. Varias visitas al médico, sudores y lágrimas para dar la medicina al nene que no la quiere, usando pañuelos de tela, pañuelos de papel, la mano, la manga de la camisa…yo que sé, no damos a basto.
La nena va mejor, el papi a ratos y el peque todavía está malito y claro apenas come. De los 8 ó 10 chupitos de teti diarios ha pasado a dos, así que os podeis imaginar como estoy, tengo leche de sobra para regalar, pero ufff qué dolor.
¿Y yo cómo estoy? Pues cansada de no dormir apenas en una semana, pero resisitiendo el ataque de los virus (luego dirán que somos el sexo débil) No puedo permitirme ponerme mala yo también,porque a ver quién nos cuida entonces a todos.
Esta semana me ha tocado ejercer de enfermera y decididamente no es la faceta que mas me gusta de las muchas que te ofrece la maternidad.