El juego favorece el desarrollo emocional. Jugar es una actividad que proporciona placer, entretenimiento y alegría de vivir. Permite expresarse libremente, encauzar las energías positivamente y desahogar tensiones.
Muchos juegos y juguetes pueden ayudar al niño a familiarizarse y a integrar las diferentes manifestaciones emocionales que surgen en una etapa específica de su desarrollo afectivo-emocional.
Los juguetes dan al niño la oportunidad de ejercitar conductas emocionales que le permiten identificarse, sentirse confiado y poder manifestar su agresividad.
En el camino hacia la maduración afectivo-emocional se observan las siguientes conductas:

  • Confianza
  • Autonomía
  • Iniciativa
  • Trabajo
  • Identidad

CONFIANZA
Establecer una buena y constante relación entre el adulto y el niño en un entorno familiar seguro
AUTONOMÍA
Afirmación del «yo» que se traduce por la capacidad que el niño tiene para dominar y controlar su cuerpo y para reconocerse entre los otros imitando sus propios gestos
INICIATIVA
Diferenciación e identificación a través del aprendizaje de numerosos atributos relativos a roles sociales
TRABAJO
Experimentación del éxito personal y social que se traduce por la adquisición de conocimientos en todos los campos y por la búsqueda de la aprobación de los otros a través de experiencias lúdicas de éxito
IDENTIDAD
Reexamen y reintegración de las diferentes identificaciones del niño provocados por las numerosas transformaciones biológicas, psicológicas y sociales