El tiempo es relativo, lo dijo Einstein y podemos comprobarlo de una manera muy sencilla.

Vamos a imaginarnos la puerta de un baño. Estás al lado externo de la puerta, el baño está ocupado y tú tienes prisa por entrar. El tiempo en ese momento se pasa muy despacio. Por fin consigues entrar y entonces alguien llega con prisa y aporrea la puerta. A ti te parece que acabas de entrar y sin embargo ha pasado el mismo tiempo que en el caso anterior. Así que depende de lo que estés haciendo, el tiempo parece durar más o menos.

ID-100205629Imagen de Stoon de Freedigitalphotos.net

 

El otro día fui muy consciente de ello. Estaba limpiando el polvo, algunos días mis hijos me ayudan en esta tarea, no sé muy bien porqué pero es lo que más les gusta hacer en casa, bueno limpiar el polvo y cocinar, pero ese día estaban haciendo otras cosas más interesantes y lo estaba haciendo sola.

  Estaba a punto de terminar cuando mi hijo pequeño se acercó a pedirme algo, le pedí que esperase un momento ya que realmente no me quedaba ni un minuto, y prefería terminar y poder dedicarle toda mi atención sin estar pendiente de que me faltaba pasar el trapo por una balda del salón, pero él siguió insistiendo con esa intensidad típica de los niños de Alta Demanda mientras me iba pidiendo cosas y haciendo todo tipo de preguntas que yo sentía como me iban desconcentrando de lo que estaba haciendo y me iban sumiendo en un lío mental en el que ya no podía pensar con claridad. Fue un minuto escaso, pero a mí me parecieron horas de insistentes demandas, que me dejaron exhausta.

Porque además hay que reconocer que los niños tienen un radar especial para demandar atención justo en los momentos menos oportunos: cuando suena el teléfono, cuando entras al baño, cuando le das un beso al papi, cuando te sientas cómodamente en el sofá a leer un libro (umm, creo que esta última no es muy habitual cuando tienes niños de Alta Demanda)

En esos momentos ellos te piden algo y tú no puedes atenderles, así que lo piden otra vez y otra, y cada vez de manera más intensa y tú te pones nerviosa y ellos también.

Muchos días tengo la sensación de que mis hijos se pasan todo el día demandando atención, pero después de este episodio me he dado cuenta que ahora que ya son más mayores (7 y 3 años) pasan algunos ratos entretenidos y sus demandas suelen estar concentradas en unos pocos minutos que parece que duran todo el día, y es que sin ninguna duda, el tiempo es relativo.