Llegadas estas fechas, me gusta hacer revisión de todo lo acontecido en el año anterior en todas las áreas de mi vida.

Volver la vista atrás y ver todo lo que hemos aprendido, crecido y avanzado siempre es gratificante, aunque reconozco que cada día me da más vértigo ver lo rápido que está pasando el tiempo.

Este año se ha caracterizado por grandes logros a todos los niveles y la prueba cada vez más palpable de que los niños de Alta Demanda pueden convertirse en personas maravillosas si les acompañamos en el proceso de manera empática y respetuosa.

Ver a mi hija de 8 años convertirse poco a poco en una persona segura de sí misma, con las ideas claras, con unos gustos muy definidos y con una gran conciencia de sí misma, tanto de sus estados de ánimo como de los recursos para solucionarlos, me resulta muy inspirador y satisfactorio.

El último gran acontecimiento que ha vivido ha sido este mismo sábado, cantando en un concierto. Verla subida en el escenario, tan metida en su papel, tan a gusto rodeada de un montón de gente de todas las edades, a mí me supone una gran alegría, porque solo hace unos pocos años algo así era inimaginable. Pero ahí estaba, disfrutando y dando lo mejor de sí misma.

Mi hijo pequeño que está a punto de cumplir 4 añitos ya, también ha dado un gran cambio y ha dejado de ser del todo un bebé. Sus expresiones, sus conversaciones, sus juegos…todo ha cambiado y se está convirtiendo en una personita muy interesante y agradable.

Otro gran cambio es la relación entre ellos que es genial. Aunque a veces discuten como todos los hermanos, la verdad es que se llevan muy bien, y la mayor parte del tiempo juegan juntos, y sus historias son increíblemente ocurrentes y divertidas. Ayer mismo eran un príncipe y una princesa preparándose para su coronación (influencia de la mayor que sigue en época de princesas 🙂 y Frozen está dando mucho juego) y se disfrazaron utilizando todo lo que pillaron, montaron los tronos sobre los que se iban a sentar, la fiesta posterior….vamos que estuvieron un buen rato entretenidos.

Y su relación es genial, con ellos disfruto de los grandes y de los pequeños momentos, como este en el que el otro día el peque le regaló a su hermana una florecilla y le dijo: tendrás que ponerla en un jarrón y ella fue directa a sus playmobil. Este es el resultado.

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Algo tan pequeño, para mí fue una gran satisfacción. Y eso es lo que intento en mi día a día, disfrutar de cada momento por pequeño que sea, porque si algo voy comprendiendo con el paso de los años (testaruda que es una también 😉 ) es que la vida se compone de momentos felices y otros que no lo son tanto, pero que estar bien siempre ( que a veces ha sido mi objetivo) no es realista. Lo ideal es disfrutar de los buenos momentos y solventar los malos para que pasen rápido y dejarles ir, que no se apoderen de nosotros, haciéndonos sentir mal incluso una vez pasados.

Realmente creo que a pesar de las dificultades, que las ha habido, este año ha sido muy importante a nivel de relación familiar, nos conocemos más, nos entendemos mejor, hay cada vez más empatía entre nosotros y eso es una ayuda inestimable en este largo y complejo camino que es la maternidad y crianza de nuestros peques y no tan peques de alta demanda. Sin duda, ha sido un buen año, y me siento orgullosa del resultado.

Así que ahora solo nos queda poner la vista en el año siguiente, para seguir avanzando y que en diciembre de 2016 la valoración sea tan positiva o más que en el 2015.

Y tu año ¿cómo ha sido?

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