Una de las cosas que más llama la atención en los niños de altas capacidades es la facilidad que tienen para relacionarse con personas adultas o niños mayores que ellos.
Ya he contado en alguna ocasión, que mi hija cuando era muy pequeña no quería jugar con los niños de su edad y siempre he pensado que era porque no se entendían. Ella llegaba al parque, se acercaba a los niños y decía con claridad: Hola, el resto de los niños se la quedaban mirando y acto seguido pegaban un grito y salían corriendo. Mi hija volvía a mi lado entre confundida, triste y asustada.
Sin embargo si había algún niño mayor no pasaba eso, se entendían y lo mismo si cualquier persona hablaba con ella, en seguida entablaba una conversación.
Esto ocurre porque la edad cronológica de los niños de altas capacidades no coinciden con su edad mental ni con su edad emocional.
La edad cronológica es la edad que tienen según su fecha de nacimiento.
La edad mental es la que tienen según su capacidad intelectual, que es mayor que la edad cronológica.
La edad emocional es la que tienen según  su maduración emocional, que suele ser menor que la cronológica.
Así podemos encontrarnos que un niño de 5 años, piense, razone y comprenda como uno de 9 y sienta las emociones como uno de 3. Esto da lugar a lo que se conoce como disincronía y conduce a un desequilibrio.
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Esto puede provocar conflictos ya que el niño no puede procesar toda su riqueza mental, y se ve incapaz de asumir todas sus emociones, temores y angustias de una forma adecuada a su edad.
Pero tenemos que entender que esto es normal y ocurre porque desarrollan antes unas capacidades que otras.
Para ayudarle es importante acompañarle en su desarrollo, ofreciéndole los estímulos que necesite a nivel intelectual y enseñandole herramientas para gestionar su intenso mundo emocional.
Puede resultarnos difícil como padres, pero si nos ponemos en los zapatos de nuestro hijo y por un momento nos paramos a pensar cómo debe sentirse él, seguro que nos será más fácil acompañarle en esta etapa de su vida.