El otro día en el parque tuve una conversación con una abuela. Esta señora se ocupa de recoger a sus tres nietas del cole y estar con ellas hasta que sus padres vienen.

Lleva ya varios años haciéndolo y está cansada. Las niñas están en un momento rebelde y la señora aunque las quiere mucho no puede con ellas. No la obedecen, se ensucian, se mojan (en mi ciudad no hace calor precisamente), no hacen ningún caso de su abuela. 
Ella además se queja de que los padres de las niñas llegan a casa cansados y las dejan hacer todo lo que quieren y no las hacen demasiado caso.

Todo esto me lo contaba porque mi niña en la calle es modélica y  me decía que qué bien educada está.
En casa es muy movida y habla sin parar, pero en la calle se transforma y se convierte en un pequeño científico, atenta a todo lo que oye y a todo lo que ve, analizando cada pequeño detalle y reteniéndolo en su cabecita para cuando nos quedamos solas acosarme literalmente a preguntas de todo lo que ha observado.

Eso lo sé yo , que la conozco. El resto del mundo solo ven a una niña tranquila y me dicen que qué suerte tengo.
Y yo sé que tengo suerte porque mi niña es maravillosa y tiene unas cualidades muy buenas, pero creo que el hecho de pasar tiempo con ella, escucharla, atender a sus necesidades, respetar su tiempo, no obligarla a nada, explicarle las cosas, etc, también influye.

Con esto no quiero decir que mi hija sea obediente, me haga caso en todo y no se manche, para nada, pero sí la veo más centrada, más educada, más respetuosa, y yo creo que eso tiene que ver con que nosotros también la tratamos con respeto.

Yo creo que es muy importante que aunque estemos cansados encontremos tiempo para dedicárselo a nuestro hijos. Ellos necesitan saber que estamos ahí, que les queremos  y les apoyamos. Eso les da seguridad para crecer con una buena autoestima.

Esto es especialmente importante si tu hijo es de alta demanda, ya que estos niños necesitan mucha más atención. Para ellos es una necesidad vital y satisfacer esa necesidad les ayudará a desarrollarse de una manera más armónica.

Si no nos ocupamos nosotros de nuestros hijos ¿quién lo va a hacer? Ellos nos necesitan.