Una de las características de los bebés de alta demanda es que no se calman solos. 

 

Con mi hija estoy viendo cada día esa difícil característica.

 

Cuando era un bebé y aún tomaba pecho, cada vez que algo la sobrepasaba o no la gustaba o no se ajustaba a lo que ella tenía en mente, la solución para todo era tomar un poco de teta.

 

La teta mágica, la llamaba su padre. Y es que servía como alimento, como mimos, como consuelo, como protección. Era su refugio y ahí se le pasaban todos los males.

 

Desde que dejó de tomar pecho, lo que le sustituyó fueron los abrazos. Abrazos para todo, para dormir, si se hace daño, si se enfada, si pierde los nervios….

 

El otro día me dijo que mis abrazos eran mágicos porque la tranquilizaban. Y es verdad. Día a día compruebo como sus intensas emociones la desbordan y ella sola es incapaz de calmarse. 

 

Entra en una especie de espiral de la que es incapaz de salir. Puede estar en ese momento un minuto o treinta,  que hasta que no se refugia en un cálido abrazo es incapaz de pensar, razonar, hablar.

 

Es tal la intensidad de sus emociones que la absorben completamente y es incapaz de hacer nada.

 

Yo intento estar ahí, tenerlo presente y contener sus emociones para que poco a poco vuelva a ser ella misma, y una vez calmada intentar analizar lo que ha pasado. Antes es tontería hacerlo porque no es capaz de escuchar.

 

El problema es que yo no siempre tengo la paciencia o el humor necesario para estar ahí y ayudarla. Yo tengo mis propias emociones y también necesito a veces contención. Soy humana.

 

Cuando pasa esto, al principio me rebelo y me enfado ante lo que está pasando, hasta que me hago consciente de que ella sola, hoy por hoy no puede hacer nada y necesita toda mi ayuda. Entonces intento estar ahí, pero qué difícil es a veces.

 

Tengo la esperanza de que al igual que aunque la mayoría de las noches necesita de mis abrazos para dormirse, hay noches que tengo que atender a su hermano justo en ese momento y ella sola va consiguiendo dormirse, de la misma manera poco a poco vaya conociendo sus emociones y vaya aprendiendo a controlarlas, a reconducirlas de manera que no la bloqueen tanto. Sé que será un aprendizaje largo y duro, pero yo intentaré acompañarla siempre que pueda. Para ello nada mejor que reconocer mis propias emociones.