Hoy tenemos una nueva entrevista a una mamá de un niño de alta demanda.

Es seguidora de Crianza de Alta Demanda desde hace tiempo y con muchas inquietudes sobre crianza y maternidad que pronto plasmará en su blog.

Dejo que ella misma se presente:

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Tengo 34 años y trabajo como Assistant de Alta Dirección a jornada completa en una importante compañía española. Mi ritmo laboral es agotador y me doy de bruces con la conciliación laboral una y otra vez, día tras día. Esto me convierte en lo que mis amigas llaman la superwoman… pero nada más lejos de la realidad. Soy una mujer exhausta con triple jornada, que quita horas de sueño para hacer otras cosas que le entusiasman, la primera, mi hijo.

Mi marido y yo estamos juntos desde hace 14 años. Sólamente tenemos un hijo, Marc, al que después de mucho tiempo deseándolo tuvimos gracias a un tratamiento de FIV. Nuestra historia de paternidad empieza pues, muchísimo antes de quedarme embarazada. Como te contaba, llevo mucho tiempo moldeando la idea de esribir en un blog. Creo que en tres años he vivido y descubierto muchas cosas que pueden ser de ayuda a muchas madres que se vean como yo. Espero no tardar mucho.

¿Antes de tener hijos, qué pensabas de la maternidad?

Mi concepto de la maternidad, previo al nacimiento de mi hijo, lo definiría como una idea de absoluta responsabilidad pero en realidad no era consciente, ni mucho menos de todo lo que cambiaría, ya no mi forma de vida, porque eso lo sabía, sino yo misma. Me veía igual que era pero con un bebé ¡ que ingenua ¡ Pensaba que tendría menos tiempo por lo que mi forma de vida iba a cambiar pero ni por asomo imaginaba el vuelco que dieron mis esquemas ¡! Me imaginaba la maternidad como se ve en la publicidad de puericultura… esa chica moderna que era, sería la misma empujando un carrito megaultramodernísimo de tres ruedas todoterreno y amortiguadores. Me veía estupenda, pletórica y monísima con un bebé regordete entre mis brazos. Jajajaja de verdad que si, que risa me doy.

¿Cómo cambió tu vida cuándo nació tu primer hijo?

Mi vida dio un giro de 180 grados. Me dejó literalmente boca abajo, haciendo el pino. Nunca me hubiera podido imaginar que no iba a poder respirar en todo el día, que no me iba a poder organizar para salir de casa. Nunca me imaginé llorando por el pasillo con un bebé en brazos que no para de llorar y nada podía calmarlo. Que llegase el mediodía y no me hubiera podido ni peinar. Ni comentar el quedar con alguien a tomar un café, o ir a la peluquería… o simplemente no llegar tarde a la cita con el pediatra. Estaba literalmente absorbida por un niño que no pesaba ni cuatro kilos.

¿Qué cosas hacía tu hijo diferentes al resto de los niños?

A mi hijo, recién llegado a casa, mi marido y yo lo rebautizamos como «el niño mochuelo» Se pasaba el día despierto… y casi toda la noche ¡! Todo aquello que habíamos oído de que los recién nacidos comen y duermen… mentira ¡! Durante el primer mes he de decir que estuvimos algo angustiados, además de exhaustos. En algunos momentos pensábamos que algo le pasaba, que no era normal que se pasara el día sin dormir salvo dos cortas siestas de como mucho 20 minutos, y lloraba, lloraba, lloraba. Por la noche, lo máximo que alargaba el sueño era poco más de una hora. Todo el día y la noche pegado a la teta, todo el día en brazos. ¿ En carro ? ni loco ¡! Pues no me he andado yo las calles empujando un carro vacío con el niño a cuestas ! La hamaquita mientras mamá se ducha o va al baño ? Era hacer el gesto de despegarlo de mi cuerpo para dejarlo sobre el carro o la hamaca y quedarse encanado… porque no es que llorase, es que se le iba la vida en ello. Nunca parecía estar satisfecho, siempre removiéndose, llorando, renegando. Tenía ( y sigue teniendo ) un radar de detección de presencia materna. Dos minutos fuera de su alcance y suena la sirena. Mi marido dice: «Te huele nena, te huele. Si no, no me lo explico»

¿Cuáles son sus características más peculiares?

Pide lo que necesita con todas sus fuerzas. ¿ Llorando ? Él es el campeón.          ¿ Gritando ? También. Mamá apa apa apa apa apa apa apa apa apa apa y así podría estar horas. Cuando quiere algo ( el 99,9% de las veces, es simplemente que estés con él ) pone el disco y hasta que le coges. Cambia radicalmente cuando le tomas en brazos o vas con él donde te pide. Si estás haciendo algo e intentas demorar un minuto su petición, va subiendo el todo a cada segundo, literalmente desesperado. Se cuelga de tus piernas, te estira el súeter, del brazo, te empuja para que dejes de hacer lo que estés haciendo, grita y llora con todas sus fuerzas… hasta que simplemente le aupas, lo acaricias, le haces cosquillas, en definitiva ESTÁS CON ÉL. Porque para mi hijo mi sola presencia física no es suficiente, necesita que esté en cuerpo y en ALMA.

Es un «trasto» que no para quieto. Absolutamente todo lo que le rodea es para él un juego trepidante. Es curioso hasta límites insospechados. Todo lo que entra en su campo visual tiene que tocarlo, estudiarlo. Trepar a todos lados para saber que hay más allá de lo que él puede ver, abrir todos los armarios y cajones y no dejar nada en ellos. Es intrépido, valiente e inagotable.

¿Tenías apoyo de la gente: pareja, familia, amigos…?

Siempre he contado con el apoyo incondicional de mi pareja. También me ayudó mucho haber tenido una matrona «continuum» que tutorizaba un taller de lactancia en el Centro de Salud. Sus consejos, su apoyo y su cariño hicieron que pudiera salir adelante. El grupo de madres con las que acudía al taller, también hicieron un fantástico papel de tribu aunque a veces, juntándonos con más bebés de la edad de mi hijo, era peor para mí cuando veía su comportamiento y lo comparaba con el de los demás. Muchas eran las veces que he llorado sola, preguntándome una y otra vez que era lo que estaba haciendo mal. Sólo cuando, dentro de mí, perdida en las tinieblas de mi sombra puerperal, acepté que lo estaba haciendo todo con el corazón, lo mejor que sabía y que mi hijo era así, demandante hasta la médula, un niño de contacto, como yo lo describía ante los demás, empecé a vivir una maternidad, aunque agotadora, absolutamente plena. Ni mis padres ni mis suegros entendían ni apoyaban nuestra forma de criar. Al poco de nacer practicábamos colecho, mamaba a absoluta demanda ( como para negarle la teta ¡¡ ) le porteaba allá donde fuera, incluso dentro de casa. Todo eran comentarios negativos… que si había mamado hacía media hora, que si dormía con nosotros no lo íbamos a sacar nunca de la cama, que debíamos dejarle llorar para que se acostumbrase a esperar… y un larguíiiisimo etcétera.

¿El comportamiento de tu hijo afectó a vuestra vida de pareja, a la relación con vuestras amistades, a vuestra vida en general?

La verdad es que a nuestra vida de pareja no, para nada. Si cabe nos ha unido todavía más. Mi marido está plenamente de acuerdo con la forma en la que criamos a nuestro hijo. Nunca jamás ni una sola palabra de desaliento, siempre teniendo en cuenta mis sentimientos, siempre apoyándome. Parece que sea «mi» forma de criar… pero gracias a su respeto y amor por mí y nuestro hijo somos una familia muy unida. Confía en plenamente en nuestro instinto mamífero y se siente orgulloso, al igual que yo, del niño FELIZ que tenemos. Tampoco nuestras amistades se han resentido. Supongo que la gente, aunque no comparta el cómo crías a tu hijo y tenga la opinión de que en realidad es un niño malcriado al que no le has «enseñado» a dormir, a esperar, etc, puede no decirlo abiertamente. Sólo una persona, que no puedo considerarla ni mi amiga, llegó a decirme una vez que yo me comportaba así porque era una egoísta. Jatetú. Que lo porteaba porque era cómodo para mí pero no para el niño, que va más cómodo en el carro. Que dormía conmigo para no levantarme por las noches y porque era una floja que no aguantaba oírle llorar más de 30 segundos. Que lo de la teta era una excusa para no dejarle el niño a nadie ¿¿??? Qué lástima de muchacha.

¿Has notado cambios en su manera de ser al crecer?

Muy poco a poco. Si bien es cierto que ahora que tiene dos años es capaz, algún día que otro, de entretenerse con sus cosas un ratito a solas, esto le dura poco más de diez minutos. Pero también es verdad que aunque muy a menudo tiene que estar contigo al brazo, o encima de ti sentado en el sofá, en el suelo o en la silla mientras comemos,  sí que tiene ratos en los que simplemente está contigo, haciendo algo él y yo plegando ropa o con con el ordenador y lo tolera. No mucho pero de vez en cuando lo hace. Eso sí, presencia física siempre, haga lo que haga.

¿Qué es lo mejor de tener un hijo de alta demanda?

Hace tiempo que llegué a una conclusión de la que cada vez estoy más convencida. Soy la madre que soy gracias a mi hijo. No soy la madre que me imaginé ser. Soy mejor de lo que podría imaginar y es gracias a él. Sé que si mi hijo no hubiese sido cómo es yo quizás no hubiera alcanzado muchos de los valores de los que hoy me siento orgullosa. No se cómo hubiera sido si no pero, sé que su personalidad ha creado entre nosotros un vínculo de afecto increíblemente fuerte y noble. Mi amor por él es absolutamente incondicional, como el de todas las madres, pero no me canso de repetírselo y demostrárselo una y otra vez, lo que creo que hace nuestro vínculo cada vez más fuerte. Gracias a él me adentré en mi propia sombra, la que estaba oculta, oscura tras la imagen de una chica todoterreno. La super woman cayó desde lo más alto para convertirse en una madre que sabe diferenciar lo realmente importante de lo superfluo, de lo absurdo, de los tabúes de la sociedad y que no se deja intimidar con opiniones ajenas. Ser madre de un niño de alta demanda te conecta con un yo más profundo, con el más ancestral, con tu yo auténtico. Soy una mujer y una madre empoderada gracias a mi hijo de alta demanda, que ya se encargó el de sacarme del universo paralelo en el que yo vivía para llevarme al mundo real, al de las cosas que realmente importan.  Su intensidad se ha hecho cargo de hacerme saber qué era lo realmente importante en cada momento.

¿Y lo peor?

La verdad es que no puedo decir que le vea nada malo… soy muy optimista y un poco masoquista, a parte iguales jajajaja. Para mí lo peor es que a veces sí que necesitaría un poco menos de dependencia, aunque sólo fuera un rato. Tener 20 minutos para poder ducharme y ponerme crema hidratante tranquilamente para no tener la piel de un lagarto disecado, poder hacer las tareas de casa sin ir a salto de mata, no tener que despertarme hora y media antes de salir de casa por las mañanas y aún así ir tirando el higadillo… pero si soy sincera, cuando no tengo esa «marcha» la echo de menos. Sí, estoy loca, lo sé, pero creo que desde que todo gira en torno a mi hijo he cambiado el sistema de hacer las cosas y necesito este ritmo trepidante en mi día a día !!

¿Crees que tú has cambiado?

Absolutamente. Sigo siendo la misma que fui o casi, porque creo que sigo reconociéndome en muchos aspectos de mi vida. Pero mi forma de ver el mundo, ahora a través de sus ojos, ha cambiado muchas cosas de mí. Mi perspectiva, mis prioridades, mi idea de crianza.  Y en ese sentido creo que ha sido para bien, aunque podría no haberlo sido. Creo que tu personalidad y carácter también influyen, y mucho, a la hora de criar a un niño de alta demanda. Depende de tus pretensiones, de tu entorno y de cómo todo eso te influye. He cambiado y me siento realmente orgullosa de ello. Al poco tiempo supe, desde lo más animal de mis instintos y mi corazón que lo primero era cubrir sus altas necesidades si yo quería ser feliz y que mi hijo también lo fuera. Nunca tuve miedo a los comentarios de la gente, que auguraba un niño consentido y maleducado. Nada más lejos de la realidad y puedo demostrarlo. Estoy criando un niño FELIZ, DULCE, EMOTIVO, CARIÑOSO, NOBLE. Estoy orgullosa de mi hijo. Estoy orgullosa de haberme convertido en la madre que soy, nunca me hubiera imaginado así.