Hoy te voy a contar cómo fue el embarazo y parto de mi segundo hijo.
El embarazo fue muy diferente al de la niña. Desde el principio estuve muy cansada y entre cuidar de mi hija por la mañana y trabajar por la tarde, no tenía mucho tiempo para descansar ni para cuidarme.
Más o menos a la mitad del embarazo me empecé a sentir todavía más cansada y además la tripa se me ponía muy dura y me dolía con un mínimo esfuerzo. Me mandaron reposo relativo porque tenía contracciones y había que evitar que desencadenasen el parto. Así que me ví obligada a descansar cosa muy difícil porque mi hija seguía reclamando toda mi atención.
Las contracciones se juntaron con un catarro en pleno mes de agosto, que no terminaba de curar y me dejó una tos que no me dejaba tranquila. La tos fue a más y empecé a  tener dificultad para respirar. Y aquí empezó lo peor del embarazo, día tras día acudiendo al médico que me iba recetando sin éxito todo tipo de medicamentos para el asma, empezando por los más inocuos y terminando con una mezcla de todos. 
Yo que en el primer embarazo no había tomado ni un paracetamol, y en este me estaba viendo obligada a tomar de todo, pero la valoración era clara: si yo no respiraba bien, mi bebé tampoco. Por suerte dieron con la medicina que me lo controló y por lo menos empecé a descansar un poco. Pero fueron muchas noches sin dormir, llorando de deseperación por no poder tumbarme porque me ahogaba, y al día siguiente tener que cuidar de la niña. Mirándolo ahora en perspectiva no se cómo aguanté, supongo que el cuerpo se termina adaptando a todo.
Cuando por fín me controlaron el asma y las contracciones estaban también más o menos controladas pude disfrutar un poco del embarazo.
Y como pasó en el primero llegó la fecha probable de parto: 25 de diciembre y después de tener tantas contracciones los meses anteriores, en ese momento estaba fresca como una lechuga. 
Empezaron a pasar los días y yo me empezaba a temer lo mismo que la otra vez, solo que esta vez con más información no quería tener un parto inducido. Además no tenía claro qué iba a pasar con la niña ya que nunca había pasado un día y menos una noche sin mí. Recuerdo que a veces pensaba: Ojalá sea tan rápido que nazca en casa. Y os advierto: Hay que tener cuidado con lo que deseas.
Pasaban las navidades y empezaba a planear sobre mí la amenaza de la inducción. Esta vez era mucho peor ya que disponía de mucha más información que en mi primer parto, pero con todo lo que había pasado tenía miedo, y no me atrevía a desobedecer al médico. 
Así que me citaron para ingresar el 1 de enero. Por suerte le dije al médico que cómo iba a ingresar ese día y me lo cambió para el 2.
El día de Nochevieja me pasé toda la mañana con contracciones, y yo estaba segura que nacería ese día, pero llegó la tarde y se pararon. Pasé toda la noche y todo el día de Año Nuevo sin una contracción. Estaba desesperada, al día siguiente me ingresaban y no quería. 
Llegó la noche y empecé a tener contracciones, igual que el día 31, me metí a la cama y me dormí. A las 5 de la mañana mi marido se levantó para ir a trabajar, pero no le dije nada, pensé que si me había dormido es que no eran muy fuertes. Ya no me dormí. Iba controlando las contracciones pero no encontraba ninguna pauta. Cuando empecé a estar incómoda en la cama me levanté, desayuné y puse una lavadora. Seguía apuntando pero sin ver un ritmo. Decidí ducharme para ver si se me pasaban y como ví que seguían llamé a mi marido al trabajo para que viniese, eran las 9:45. Colgué el teléfono y rompí aguas. La otra vez me las rompieron en el hospital así que no sabía lo que era eso y madre qué impresión, qué cantidad de líquido. Mi marido llegó en seguida. La nena seguía dormida, cosa rara porque por esa época solía despertarse sobre las 8. También llegó mi cuñada para hacerse cargo de la nena y nos fuimos al hospital. En el coche las contracciones empezaron a ser muy fuertes pero yo no sabía si estaba de parto porque la otra vez al ser inducido fue todo muy diferente.
Llegamos al hospital sobre las 10:20 y mandaron a mi marido a aparcar mientras me hacían a mi un registro, pero fue imposible. Recuerdo una enfermera que dijo: Buff, qué cara de parto, trae. A otra que me quería poner una vía y a la matrona que decía: no se la pongas, vamos al paritorio. Cuando le preguntaron por qué resultó que estaba de 9 cm. Me hicieron ir andando y yo no podía ni moverme, las contracciones eran continuas y yo estaba asustadísima: habían mandado a mi marido a aparcar. Por suerte apareció rapidísimo y el niño ya estaba saliendo. Fue todo muy rápido y yo estaba muy asustada y sin nigún control sobre nada de lo que estaba pasando. Pasé de no saber si estaba de parto a estar en el expulsivo.
A las 10:55 salía mi niño con 3, 800 Kg y una vuelta de cordón bastante importante. Mi marido dice que lo vió morado y se lo llevaron para que lo viese el pediatra que estaba al lado porque iba a hacer una cesárea. Mi marido dijo que se mareaba y se fue detrás del niño y yo me quedé sola, asustada y confundida. Por suerte no tardaron en traerle con un gorrito de papá noel en la cabeza. Estaba perfecto. La matrona me echó la bronca por esperar tanto, pero yo no sabía si eran contracciones de parto. Días antes las tuve parecidas y pararon. O tal vez mi cuerpo lo supiese y yo estaba en el planeta parto, porque días después mirando los tiempos entre contracciones, no entiendo cómo no veía una pauta porque sí la había, y eran muy seguidas. También me hice una foto de mi superbarrigón en el espejo y tengo la cara totalmente deformada, y yo en cambio en ese momento no era consciente de nada. Pero curiosamente esperé para llegar allí justo a tiempo. Fue todo tan rápido qu
e esta vez no hubo epidural, ni oxitocina, ni siquiera me quitaron las gafas.

En conclusión, este embarazo fue mucho peor que el primero, y el parto mejor por rápido, pero con el susto y la pequeña separación al final. 
Cuando íbamos camino de la habitación con el peque encima de mí todavía sin limpiar, empezó a llorar muy muy fuerte y mi marido y yo nos miramos y dijimos: Es igual que la niña. Después se tranquilizó y el primer mes fue un bebé casi de libro. Poco a poco ha ido aumentando su intensidad y ahora mismo se parece bastante a su hermana. De hecho acaba de cumplir un año y ha empezado a tener unas rabietas que nos tiene asustaditos.

Después de este largo relato, no sé decir si el embarazo y el parto pueden o no influir en el carácter.
Cada uno ha tenido sus cosas buenas y sus cosas malas, y ellos han sido diferentes pero ahora cada vez se parecen más. ¿Influirán también el entorno, la genética, el azar?