Hoy quiero hablarte de mi relación amor-odio con la televisión.
Antes de tener hijos veía la televisión a menudo, la mayoría de las veces buscando algo que me gustaba o interesaba, pero otras solo por estar un rato en el sofá tirada sin necesidad de pensar demasiado, es decir viendo cualquier cosa.
A raíz de nacer mi hija, empecé a leer artículos en los que hablaba de cómo la televisión no es buena para los niños, sobre todo antes de los tres años. Que la rapidez con que pasan las imágenes no son buenas para su cerebro que aún está en formación. Y por otro lado que les puede provocar sedentarismo (están sentados viendo la tele en vez de moviéndose) y puede reducir su creatividad (en la tele se lo dan todo hecho y ellos no necesitan crear nada).

Con toda esta información, yo tenía muy claro que no quería televisión para mi hija, es más me proponía quitarla de casa, porque creía que así íbamos todos a estar mejor.

La realidad, cinco años después, es que la tele sigue en su sitio y que no creo que se vaya a ninguna parte. 
A mi marido le gusta estar informado de lo que pasa en el mundo, y también a veces ver algún programa siemplemente por el hecho de entretenerse.
Yo la verdad es que desde que nació mi hija apenas veo la tele. No me gusta tener el telediario puesto si ella está delante, porque se entera de todo y no creo que esa información sea adecuada para ella, ya que creo que se encargan de anunciar siempre lo más negativo y duro de la realidad. Y cuando todo el mundo duerme prefiero estar en el ordenador.

En cuanto a mí hija, tengo que decirte que sí ve la tele. 
Cuando era más pequeña, había días que me encontraba tan agotada que no podía más y en esos momentos confieso que le ponía un ratito la tele. 
Solía ver los Cantajuegos, unos vídeos de canciones, en los que salían niños y hacían coreografías sencillitas. Durante ese rato, ella se quedaba tranquila mirando alucinada la tele y yo descansaba un poco a su lado. Ser mamá de un bebé de alta demanda puede ser realmente agotador.
A mí no me hacía mucha gracia que se quedara mirando tan fija la pantalla, pero con el tiempo he descubierto que esto en ella no es malo. Que todo lo que dicen que puede ser malo de ver la tele en ella no lo es. Me explico: ella no se queda sentada mirando la pantalla sin moverse, sino que se mueve y va haciendo una historia paralela, o cantando y bailando. Así que a ella sedentarismo no le provoca.
En cuanto a la creatividad, ella después de ver la tele o a veces a la vez, va creando su propia historia, e inventando cosas nuevas. 
Por ejemplo con los dibujos de Dora la Exploradora, hace mapas para llegar a los sitios tal y como hace ella, además de aprender sin apenas darse cuenta palabras en inglés, y de más pequeña: los colores y los números.
Cuando tenía apenas dos años, reproducía capítulos enteros de Caillou, ya que con su excelente memoria recordaba todo lo que había sucedido y jugaba con sus muñecos a hacer esas hitorias y otras diferentes. Así que ella no ha visto mermada su creatividad, yo diría que se ha visto acentuada.
Y además estoy comprobando día tras día que aprende muchas cosas.
Ahor mismo los dibujos que más le gustan son el Dino Tren. Si no los conoces te los recomiendo. De una manera muy amena, mi hija ha aprendido un montón de especies de dinosaurios, las diferentes eras en las que vivieron, la diferencia entre hevíboro y carnívoro, y hasta lo que es una hipótesis (idea que puedes probar). Los dinosaurios además es un tema que por lo general apasiona a los niños de estas edades, y esta serie está muy bien hecha.
En este blog hay una entrada estupenda sobre esta serie.

Así que he pasado por varias etapas y después de demonizar la televisión, he llegado a la conclusión de que como en casi todo, la tele no es o buena o mala. Es un elemento más que tenemos en nuestra vida cotidiana  y que usado con cabeza, de vez en cuando y con contenidos adecuados a cada edad, puede ser muy útil.

Eso sí, debes tener presente que los niños lo absorben todo, lo bueno y lo malo, y que si tienes la televisión encendida ellos se están quedando con todo lo que sale aunque no estén haciéndo caso.