Uno de los capítulos que más me impactó fue el titulado: «Cómo huir de los encasillamientos». En él habla de cómo sin darnos cuenta y sin intención de hacerlo, ponemos etiquetas a nuestros hijos: «Mira que eres torpe», «Eres un pesado», «Podías ser más ordenado»…

 

Los últimos días he recibido bastantes correos de mamás que al leer alguno de los artículos del blog me dicen que su hijo es de alta demanda.

 

El capítulo del libro y los comentarios de las mamás me han hecho reflexionar mucho. Yo no quiero etiquetar a mi hija como una niña de alta demanda, ni quiero que tú lo hagas con tu hijo.

 

La definición de alta demanda y sus características debe servir para que veas que tu hijo es normal, que tiene una personalidad determinada con unas características concretas, y que  no lo estas haciendo mal. Quiero que cuando leas el blog y te des cuenta de que tu hijo es de alta demanda, lo que hagas sea alegrarte por saber que no pasa nada, que hay muchos niños como el tuyo y te centres en el día a día, en darle lo que necesita, sin encasillarle en un par de palabras que no reflejan todo lo que tu hijo es.

 

Las etiquetas no son buenas para tus hijos. Condicionan la imagen que el niño tiene de sí mismo y hace que actúen según la etiqueta que le pongas.

 

El libro propone una serie de tácticas que podemos usar para liberar a nuestros hijos de los encasillamientos:

 

Buscar oportunidades para mostrarle una nueva imagen de si mismo.
– Ponerle en situaciones en las que pueda verse de otra manera.
– Intentar que te oiga cuando digas algo favorable sobre él a otra persona.
Ejemplificar el comportamiento deseado.

 

Así que intenta no dirigirte a tu hijo como muy intenso, absorbente, hiperactivo, insatisfecho, demandante, hipersensible, porque tu hijo actuará como tú esperas que lo haga.

 

Que estas características te sirvan solo para conocer mejor a tu hijo, no para encasillarlo.