Por fin encuentro un momento para pasarme por el blog y contarte porqué ya no escribo porqué ando desaparecida.

En estos últimos meses estoy sufriendo una transformación vital, de esas que te ponen del revés y cambian por completo tus ideas, tus costumbres y tu percepción de las cosas. Una CRISIS con mayúsculas. Puede que tenga que ver con la edad, la década de los cuarenta da para plantearse y replantearse muchas cosas, o tal vez por la dedicación exclusiva hacia mis hijos durante los últimos nueve años, dedicación intensa, extrema, arrolladora, o quizá por haber decidido volcar toda esa información y conocimiento en Crianza de Alta Demanda durante los últimos cuatro años, dando lo mejor de mi en este proyecto, trabajando a veces hasta la extenuación, afrontando todos los problemas porque «yo puedo con todo», al fin y al cabo es la idea que nos han vendido, que las mujeres somos superwoman y podemos con todo.

Pero ¿sabes qué? que no es verdad. Que las mujeres somos fuertes, de eso no tengo ninguna duda, y que nuestra resistencia es muy grande, pero no es infinita, tiene unos límites y sino lo tienes en cuenta llega un día en el que te encuentras vacía. Cuando das todo lo que tienes dentro pero no te preocupas de llenar el depósito, te quedas sin nada. Y cuando ya no tienes nada, ¿qué es lo que puedes dar a los demás? ¿Cómo vas a aportar algo si has agotado tus reservas?

Yo he llegado hace poco a ese punto. No ha sido de repente, de hecho lo sabía hace mucho tiempo, pero la vida te empuja a seguir hacia delante, la inercia no te deja parar a escucharte de verdad, así que aunque la vida me iba dando pequeñas señales que yo escuchaba de lejos, no me permitía parar y analizar qué era lo que me estaba pasando realmente.

Pero la vida es sabia y sino escuchas te sigue avisando hasta que no te queda más remedio que hacerla caso.

Este año ha sido demoledor desde sus comienzos, zancadilla tras zancadilla haciéndome ver que las cosas no estaban bien, y yo teniendo cada vez menos fuerza seguía intentando seguir con mi vida, hasta que hace mes y medio hubo un punto de inflexión, un problema de salud que fue el detonante de la crisis ya muy real, tan evidente que no podía seguir ignorándola. Y todo mi mundo tal y como lo conocía se desmoronó en mil pedazos, sin retorno, sin posibilidad de volver a refugiarme en su comodidad, en esa zona de confort conocida que aunque tenía muchas cosas negativas a mí me ofrecía seguridad. Pero solo con seguridad no se puede vivir, también necesitamos amor y ser felices y sentirnos bien con nosotros mismos y tener claro que somos importantes y querernos mucho, porque si tú no te quieres y no te cuidas ¿quién va a hacerlo por ti?

Mi problema de salud está resuelto y mi vida está puesta del revés, pero esta crisis me ha ayudado a saber lo que quiero, y sobre todo a saber lo que no quiero. Me ha dado la oportunidad de empezar de cero, de empezar una nueva vida en la que yo decido lo que quiero en ella, en la que decido ser feliz, en la que mis hijos siguen siendo importantes, una parte fundamental en mi vida, pero en la que ahora más que nunca sé que la persona más importante soy yo.

Porque los cambios empiezan en uno mismo y si yo crezco como persona y mejoro día a día, todo mi entorno: mis hijos, mis proyectos, TODO, automáticamente mejora.

Porque ahora me siento fuerte y capaz, y sé que eso va traer cambios importantes y beneficiosos para todos. Para mí, para ellos.

Así que si en algún momento sientes que la vida te está tratando de decir algo pero no tienes claro qué, te aconsejo que la escuches. Aunque creas que no tienes tiempo, es importante que pares e indagues en tu interior, porque la vida siempre, siempre nos habla y solo depende de nosotros que prestemos atención para sacar el mejor rendimiento a todo lo que hagamos.

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