Cuando mi hija era apenas un bebé conocí la educación en casa y me fascinó. Desde entonces no he dejado de leer, buscar información, conocer familias que educan en casa y formarme. Ha sido un proceso del que apenas he sido consciente pero que ahí ha estado y en el que he aprendido mucho sobre cómo aprenden los niños, sobre lo que necesitan y lo que no necesitan, y también sobre nuestra actitud.

Los niños aprenden siempre aunque nosotros no les enseñemos, es más yo diría que aprenden a pesar de nuestras enseñanzas.

Durante años se ha tenido la idea de que los niños son mentes vacias que había que llenar y que nosotros los adultos eramos los únicos capacitados para llenarles de conocimiento.

Por suerte esa visión va cambiando poco a poco y cada vez está más claro que los niños aprenden siempre hagan lo que hagan. Igual que aprenden a caminar o a hablar sin que nosotros hagamos nada específico para ello, solo ser nosotros mismos y ellos por imitación hacen el resto.

Visto así parece un poco prepotente pensar que yo puedo saber mejor lo que le conviene que el niño mismo ¿no creeis?

La cuestión es que cuando comprendes que para educar a un niño en casa no es necesario sentarse delante de una mesa con un libro durante horas sino que el aprendizaje es mucho más informal, descubres que educar en casa puede convertirse en una aventura maravillosa, aunque no sin dificultades.

Quiero dejar claro que educar en casa no es fácil, que cada día supone un reto y que es muy probable sentirse desanimado en muchas ocasiones, sobre todo sino tienes una red de apoyo cerca. Pero también te digo que tiene muchas ventajas y que ver cómo tus hijos aprenden por sí mismos es maravilloso.

Esto no quiere decir que no hagamos nada en todo el día. Nosotros sí que planificamos, pero son siempre (o casi siempre) cosas divertidas, manipulables, activas, informales y sobre todo flexibles. Si al niño en ese momento no le interesa no se hace. Forzar a un niño a aprender es una tontería porque lo va a olvidar. Solo se recuerda lo que se vive en primera persona, lo que te emociona, lo que te divierte.

Y aquí os dejo una muestra de aprendizaje informal y vivencial: una visita a un museo que hicimos sin haberlo planeado y mi hija en la entrada pidió un papel a para ir apuntando lo que ibamos a ver. Dentro del museo iba de un lado a otro preguntandome cosas, leyendo los carteles, escribiendo lo que le resultaba interesante y haciendo algunas fotos. Ese día, aprendió un montón, además de practicar la lectura, la escritura y la fotografía. Creo que no está nada mal para una niña de 6 años en un día de vacaciones.

educacion alta demanda

firma copia