Lo sé, lo sé, he estado desaparecida más tiempo del que pensaba y encima no he conseguido publicar el libro de anécdotas. El parón navideño se ha alargado y unos cuantos inconvenientes me han tenido totalmente apartada del blog, así que vuelvo un mes más tarde pero en el mismo punto que lo dejé. De veras que lo siento, pero sigo adelante con ello, ya he comenzado la edición y en cuanto pueda lo tendrás listo para disfrutar. Mientras tanto voy a seguir con las anécdotas que aún tengo pendientes por publicar en el blog que son unas cuantas.

Por si acabas de llegar y no tienes ni idea de qué hablo, te cuento que hace un tiempo empecé este proyecto de mostrar al mundo la parte más divertida de nuestros intensos peques, porque no todo son malos momentos de saturación, de noches sin dormir y de sentirnos desbordadas, también hay muchos momentos divertidos gracias a nuestros ocurrentes y despiertos peques, así que llevo un tiempo recopilando las anécdotas que me vais mandando para publicarlas en el blog y todas juntas en un libro que espero tener listo dentro de muy poco.

Y sin más preámbulos vamos con la anécdota de hoy que nos la cuenta Jemima:

Mi hija de 4 años no quería ir al cole. Se levanto  tristona y se negaba a ir porque me iba a echar de menos, decía. Como vio que lo de ir al cole iba en serio, me abrió el monedero y cogió una foto mía tamaño carné. Se la llevó en la mano y problema arreglado. No me echó de menos, lo pasó bien y además me perdió la foto, en la que por cierto no salgo nada favorecida. Ha aparecido 4 días más tarde pisada por todos. 🙂

 

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Solo necesitaba sentirse segura y ella misma supo cómo encontrar esa seguridad. Muy ocurrente 🙂

Volvemos en unos días con una nueva anécdota!!!