1. El primer sitio al que no me gusta nada llevar a mis hijos es al supermercado. Esos centros comerciales enormes, con mucha luz artificial, gran diferencia frío-calor según la sección en la que te encuentres, música a veces tranquila y otras veces a todo trapo, montones de gente, mucho ruido….ufff si a mí me estresa imagínate qué puede hacer con un niño con una alta sensibilidad sensorial. Tantos estímulos les pone nerviosos y encima se aburren (reconozcámoslo hacer la compra para un niño no es muy divertido a no ser que le dejemos ir a su aire es decir corriendo por los pasillos y tocándo todo lo que pueden). Así que solemos hacer la compra contra reloj para terminar cuanto antes, poniéndonos nosotros tan nerviosos como ya lo están los niños. Y por fin conseguimos llegar a la zona de cajas para pagar, donde alguien que seguramente no tiene hijos, ha decidido poner montones de atractivos botecitos de mil colores al alcance de nuestros hijos. Entonces mientras nosotros intentamos recuperar la respiracion que hemos perdido durante la carrera por terminar pronto, nuestros niños deciden cambiar la decoración, pasar los botes del estante de arriba al de abajo, tirarles al suelo, hacer una torre y en el peor de los casos pillarse una rabieta porque se los quiere llevar todos a casa. El final de esta historia suele ser una familia muy estresada que se promete a sí misma no volver a un centro comercial. Alternativas: Comprar en tiendas de barrio, son más cercanas, más pequeñas y se está menos tiempo en ellas. Comprar sin niños. Comprar por internet. 
  2. Segundo sitio: la calle, me refiero a esas calles que tienen una acera pequeñita y tienen a un lado portales y tiendas y al otro lado la carretera. Es evidente que nos intentaremos alejar de la carretera y por lo tanto iremos cerca de las paredes, persianas de establecimientos y puertas de entradas a portales con sus correspondientes escaloncitos que son ideales para que tu hijo suba y baje sin descanso. Para no perder el equilibrio se va restregándo por paredes, persianas y puertas que reconozcámoslo limpias no están: pises de perros, telarañas, porquerías varias, ajjjjj, lo siento pero me da mucho asco que mi hijo pase cerca de todo eso, pero él solo quiere subir y bajar, subir y bajar. Cada vez que me veo en esa situación intento hacerme una nota mental para la próxima vez intentar ir por otro sitio más amplio donde mi hijo no tenga tentaciones de limpiar lo que lleva siglos sin hacerse. Alternativas: elegir calles con aceras grandes, llevar al niño en brazos, portabebés, sillita, y cerrar los ojos para no ver cómo se está poniendo el abrigo y las manos.
  3. El último sitio al que no me gusta llevar a mis hijos es a los espectáculos infantiles. Pero a ver, una de dos, o los que llevan este tipo de espectáculos piensan que todos los niños están sordos, o tal vez sean ellos los que no oyen bien. Sea como sea no lo entiendo y no me gusta. Cuando mi hija era pequeña nos teníamos que ir cosa que yo hacía agradecida porque a mí también me molestaba. Ahora parece que lo tolera mejor (será que puede más el entusiasmo que el sonido elevado, porque sino no me lo explico) Mi hijo lo lleva mejor, no llora como hacía su hermana pero no baja de mis brazos, se siente abrumado por el ruido y la gente, y prefiere sentirse seguro en brazos de mamá. A mi personalmente me duelen los oídos y la cabeza así que intentamos evitarlos todo lo que podemos. Alternativas: salir al campo a pasear donde los niños pueden correr libremente y el mayor ruido que se oye es el agua de algún riachuelo.
Y tú, ¿hay algún sitio al que no te guste llevar a tus hijos?