Las rabietas son una etapa más en el desarrollo de los niños y la mayoría  pasa por ellas. 

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Suelen ocurrir alrededor de los 2 años y son la manera que tienen los niños de reafirmarse como persona.

 

En los niños de alta demanda las rabietas suelen aparecer bastante antes, durar más tiempo y ser más intensas. Esto ocurre porque los niños de alta demanda son normalmente más despiertos y descubren el mundo antes. 

 

En la mayoría de los niños al aprender a hablar y poder comunicarse mejor, las rabietas disminuyen, pero los niños de alta demanda son tremendamente emocionales, así que, aunque entienden y se comunican a la perfección siguen teniendo rabietas.

 

Y como todo en ellos, las rabietas son muy intensas.

 

Entonces ¿qué podemos hacer para sobrellevarlas mejor?

 

Lo mejor es la prevención. Muchas rabietas se producen cuando los niños están cansados, tienen hambre, no les hacemos caso o hacemos algo que no se esperan. Casi todas estas situaciones se pueden prevenir si estamos atentos:

 

  • Ofrece comida sana antes de que estén hambrientos.
  • Baja el ritmo antes de que esté agotado. Si se les pasa el sueño es mucho más fácil que la situación desemboque en una rabieta.
  • Ten en cuenta que si estamos hablando por teléfono, o con otra persona y no les prestamos atención, luego nos van a necesitar durante un buen rato en exclusiva.
  • Los niños de alta demanda no llevan demasiado bien los cambios, así que una buena manera de hacerle saber que vamos a cambiar de actividad es avisándole con antelación, para que vaya haciéndose a la idea. Si le metemos prisa, o no le avisamos de lo que vamos a hacer, se pondrá nervioso y protestará con fuerza.
  • Llevar a los niños de un lado a otro corriendo puede aumentar su nivel de nerviosismo, es mejor hacer menos cosas de manera más tranquila.
A veces aún teniendo en cuenta estos factores se presenta la rabieta y entonces ¿cómo afrontarlas?

 

  • Recuerda que tú eres el adulto y no puedes reaccionar con otra rabieta. La tranquilidad es importante para que tú puedas acompañarle y para que el niño no se ponga más nervioso todavía.
  • No ridiculices su comportamiento.
  • Si estás en público, céntrate en tu hijo y olvídate de la gente. Si te sientes observada, aléjate de allí, con tranquilidad sin gritar a tu hijo. Cuando estéis a solas y más serenos podréis hablar de lo sucedido, antes el niño no está en condiciones de escucharte.

 

Mejorando la gestión de sus rabietas conseguirás mejorar la relación con tu hijo y disfrutar de la maternidad.