Cuando estás embarazada te sientes todo el día como en una nube, viviendo tu embarazo pero pensando también a menudo en el bebé, en cómo será físicamente y en tu nueva vida como mamá.

Probablemente dediques una buena parte de tu embarazo a preparar cositas «necesarias» para el bebé. Recorrerás varias tiendas hasta dar con la mejor cuna, el mejor cochecito, la mejor trona (aunque vayas a tardar meses en usarla). Hay gente que incluso compra biberones, esterilizador, etc…..

Cuando estás comprando todas estas cosas, verás  en las tiendas todo tipo de artilugios que te venderán como imprescindibles para cuando el bebé nazca.

Montarás su habitación, colocarás sus mueblecitos, su ropa diminuta y pensarás en lo idílica que va a ser tu vida cuando nazca el bebé.

Si te gusta leer tal vez te dé por leer alguna revista dedicada a los bebés en las que te hablen un poco de todo o algún libro en el que te cuenten las etapas del embarazo y tal vez cómo será el parto.

Según se vaya acercando la fecha, te empezará a entrar el «síndrome del nido» y empezarás a limpiar compulsivamente tu casa para prepararla para la llegada del bebé.

Y el bebé un buen día nacerá y tú te sentirás la mujer más dichosa del mundo.

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Pasarán un par de días y empezarás a ver las cosas de otro modo. Tú probablemente estarás cansada y dolorida. Tu bebé te reclamará todo el día, las 24 horas. La leche todavía no te habrá subido y tú ni siquiera tendrás muy claro lo que eso quiere decir. Tus hormonas revueltas tampoco ayudarán nada.
Y si has dado a luz en el hospital, te mandarán a casita a disfrutar de tu nueva familia. Llegarás a casa con tu marido, ilusionados los dos y………….¿ahora qué?
Te encontrarás sola, perdida, cansada. Si tienes suerte y tienes familia cerca te podrán ayudar. Pero también te aconsejarán y esos consejos no siempre serán los más adecuados.
También tendrás visitas bien intencionadas, que vendrán a visitaros y a daros más consejos que no has pedido y más trabajo, porque suelen sentarse a esperar a que les sirvas.
Con el paso de los días cada vez estarás más cansada, si tienes puntos te dolerán más al secarse, la lactancia hasta que se instaure también puede ser complicada, pueden aparecer grietas, mastitis y otros dolores. Tus hormonas tan pronto estarán arriba como abajo.
Y tu pequeñín cada día reclamará más mami, más dormir pegadito a ti, más teta a todas horas. Tendrás que hacer mil cambios de pañales al día, aprender a curar ombliguitos, a bañar a un pequeño escurridizo………y un largo etcétera.
Si encima tu bebé es de Alta Demanda, será aún más complicado porque su llanto ensordecedor te causará pavor, no sabrás lo que tienes que hacer, ni qué le pasa, ni a quién preguntar, ni siquiera tendrás fuerzas para ninguna de esas cosas.
Ya sé que todo esto suena terrible, pero por desgracia suele ser la realidad.
Si estás embarazada y lees esto no te alarmes, voy a darte unos cuantos consejos que a mí me hubiese gustado tener cuando estaba embarazada de mi primera hija. La semana que viene: Los primeros días (II)